martes, 12 de mayo de 2009

TEOLOGÍA Y PREDICACIÓN... ¿SERÁ POSIBLE UNIRLAS?

Hoy nos encontramos en una Institución dedicada a la educación teológica que lleve a un fortalecimiento de la predicación. Pero, ¿está siendo efectiva? ¿Está cumpliendo con esta tarea? Como teólogos, ¿estamos predicando lo aprendido? Son cuestionamientos que no faltan en las mentes de los estudiantes que ya llevan cierto recorrido en el ámbito bíblico-teológico.

Al comenzar el estudio, el entusiasmo por aprender y compartir las lecciones de clase se hace notar desde el primer momento. Sin embargo, con el transcurrir del tiempo, y el avance en la materia, entramos en confrontación: lo aprendido VS lo que voy a enseñar.

Muchos de los estudiantes de Teología tienen un proceso ministerial individual, en su mayoría ejerciendo una labor pastoral, pero en cuanto a predicación, se han visto ligados a los parámetros institucionales de cada denominación, limitando la práctica del estudio realizado.

Al fin y al cabo, la tarea de la predicación se está cumpliendo. Pero, ¿qué se está predicando? ¿A quién estamos predicando? ¿A quién mostramos en nuestras enseñanzas? Se supone que Cristo es a quién debemos divulgar.

Los frutos de la evangelización dependen de la predicación, y según lo que podemos notar, no está siendo Cristo-céntrica; por el contrario, nos estamos dejando ganar por la institución que denominamos Iglesia, atemorizados por el poder que, creemos que tiene. Si retrocedemos un poco, y miramos a Jesús de Nazaret, nos daremos cuenta que él fue un revolucionario de su tiempo (eso lo llevó a la muerte), y si nos queremos reconocer como verdaderos cristianos, estamos llamados a ser revolucionarios de nuestro tiempo, comenzando por lo que predicamos. Hay que salir del “encierro eclesial”, y predicar al Cristo de la fe, ese Cristo glorioso y amoroso que renunció a ser Dios, para convertirse en uno de nosotros y que pudiésemos comprender, de una vez por todas, que nos amó desde el principio.

Milena Pineda Arcila

Estudiante de 5º semestre de Teología

Fundación Universitaria Bautista

Cali-Colombia

lunes, 8 de diciembre de 2008

Gracia

Uno de los temas más discutidos dentro de la doctrina cristiana, ha sido la gracia. Pero pocos escriben al respecto. Me atrevo a tocar un poco el tema, sin ahondar mucho en él, pero creo que es importante mencionarlo.
La gracia es un regalo de Dios, otorgado a los hombres sin mérito alguno. Ella abarca al hombre a pesar que él se encuentra inmerso en el pecado. Pero si la gracia, en cualquier forma, salva o no al pecador, es un tema que vale la pena tratar.
Para entender la gracia será necesario comprender primero, la naturaleza de pecado del hombre. ¿Está el hombre completamente depravado? ¿Tiene alguna salvación? Teniendo esto claro, se podrá ahondar en el tema, acudiendo a las formas como Dios a repartido su gracia entre su creación. Y cómo se ha discutido al respecto, desde los tiempos más antiguos.

EL HOMBRE Y EL PECADO
Génesis relata el inicio del mundo, incluyendo la existencia del hombre, el cual fue creado a imagen y semejanza de Dios. De la misma forma, cuenta cómo el hombre cae ante la tentación y comete pecado, produciendo su separación de Dios y la pérdida de algunos atributos que le fueron dados en el momento de su creación. Podría decirse que una de las consecuencias en esta pérdida, es la naturaleza pecaminosa que somete al ser humano.

1.1 Depravación total
“Yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre”. Interesante afirmación del Rey David que abre las puertas para hablar de la naturaleza pecaminosa en el ser humano, de la cual no escapará. La caída del hombre ante el pecado ha determinado que todos los que nacen tengan esa inclinación, esa tendencia inherente en ellos, que los lleva a hacer lo malo y desagradable delante de Dios. No obstante, el hombre no deja de ser imagen de Dios. Pero, sí pierde gran parte de ella.
El ser humano está conformado por ciertos elementos y facultades que, de una u otra forma han sido afectados por el pecado. Y aunque no es uno de sus elementos constituyentes, “el pecado no es inseparable de esta naturaleza”, afecta cuerpo, alma, espíritu, mente, corazón y voluntad. El hombre deja de poseer una naturaleza “perfecta”, para obtener una naturaleza “caída”.
Desde luego, el hombre pierde parte de la imagen divina, pero, ¿qué parte? Leo George Cox, basado en Wesley, divide la imagen de Dios en el hombre, en dos aspectos: la imagen natural de Dios y la imagen moral de Dios. La primera hace referencia al entendimiento, libre albedrío, inmortalidad y dominio sobre lo creado, que posee el ser humano. La segunda es, según afirma el autor, la imagen que se deteriora por causa del pecado. Ésta se refiere a la justicia y la santidad, “la disposición correcta o actitud mental, o un complejo de todas las disposiciones”, que engloban el actuar humano. Es la imagen moral de Dios en los hombres la que necesita la salvación para ser restaurada, como lo afirma Pablo en Col 3: 8-12 y Ef 4: 22, 24.
Sabiendo que el hombre no está completamente separado de Dios, en cuanto su imagen de Él, pede decirse que esta salvación que la restauraría, es única y exclusivamente labor de la gracia de Dios, a pesar de la naturaleza caída obtenida en consecuencia del pecado de Adán.

GRACIA
Muchos han definido la gracia como “el favor no merecido”; el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE) presenta un concepto tal que podría aplicarse a la gracia divina: “es el perdón o indulto de pena que concede el poder competente”. En la Biblia es posible encontrar varios enfoques de la gracia presente en creyentes e incrédulos o paganos, que amplían mucho más el concepto y su realidad.

2.1 Manifestaciones de la Gracia
Es preciso aclarar que no hay diferentes clases de gracia, tan solo se manifiesta en diferentes maneras, presenta diferentes resultados, abarca distintos receptores, y sus fuentes son diferentes; pero, necesariamente proviene de Dios.
Dentro de la constitución humana, hay un elemento conocido como conciencia natural, incluso los más despreciables la poseen; es esta la primera manifestación de la gracia, y se denomina gracia preventiva. Actúa como detector de pecado. Todos los seres humanos indistintamente de su cultura o religión, tienen la facultad de distinguir entre lo bueno y lo malo; esa es la gracia preventiva.
Las otras manifestaciones de la gracia son la gracia previniente o común, y la gracia salvadora. Son distintas entre sí. La gracia salvadora, como bien lo indica, ofrece salvación sólo por medio de la obra expiatoria de Cristo, mientras la gracia común es una muestra de la bondad, la misericordia y el amor de Dios por toda su creación (Lc 6: 35; Sal 145: 9; Ez 33: 11; 1 Tim 2: 4). La gracia común fue dada por Dios a todos los hombres desde el momento de la caída; “es el poder del Espíritu santo obrando en la vida”, esa fuerza que impulsa a hacer lo bueno. Ésta gracia no le ha sido negada a nadie. Sin embargo, por sí sola no puede cambiar el corazón del hombre, pero sí es una gran ayuda en cuanto tener conciencia de pecado, y posteriormente obtener la gracia salvadora mediante la fe en la obra de Cristo (Fil 2:13; 2 Ped 3: 9-10).

2.2 Relación entre la gracia y el pecado
“La gracia es la espina dorsal de todo lo bueno que hay en el hombre”.
Para hacer la relación, necesariamente hay que tomar en cuenta los anteriores conceptos. Así como la gracia común no salva, ésta no purifica la naturaleza caída ni da mérito alguno para conseguir el favor de Dios; las obras que se realicen pueden ser buenas, pero no hacen buena a la persona. Además, según el mismo Jesús Bueno sólo es el Padre (Lc 18: 19). “Es imposible para los incrédulos y paganos ser buenos, pues no poseen un corazón, y mucho menos, poseen motivaciones puras; generalmente se dejan llevar por su propio bienestar, egoísmo”.
Después de la caída el hombre fue separado de la gracia de Dios por causa del pecado, y lo único que podrá ayudarlo a restaurar esa relación, es la obra que Cristo efectuó en la cruz. “La salvación principia, pues, con la gracia de Dios dada a todos, y el hombre así, capacitado por la gracia, debe ahora obrar su propia salvación en cooperación con esta gracia, o perderse para siempre”. No es que el hombre no tenga gracia y por eso este pecando todo el tiempo, es su naturaleza la que lo impulsa a ello, pero él debe aprovechar esa gracia previniente para dejar de pecar por mera costumbre (Rom 2: 5). De esta manera, la gracia salvadora operará en él.

2.3 Relación entre la gracia y la predestinación
Para hablar de predestinación se sobreentiende el tema de la elección para salvación y condenación. Pero hay que aclarar que al referirse a la elección no se está discriminando a nadie, simplemente se dice que Dios conoce quiénes serán salvos. Dentro de su soberanía, Dios imparte su gracia y bendice a cualquiera. Su plan no es el de condenación, por el contrario, es la salvación para todos; pero no todos aceptan la gracia redentora ofrecida por Jesucristo. Además, “la gracia recibida siempre va acompañada de la responsabilidad” (1 Cor 9: 27; 2 Cor 5: 10; 6: 1). Nuevamente, la gracia común no prima sobre la gracia salvadora en cuanto la obra de Cristo y la restauración frente al pecado.

DISCUSIÓN TEOLÓGICA EN LA HISTORIA

Básicamente, la discusión acerca de la gracia ha estado de la mano con la predestinación. Los personajes que han protagonizado estas discusiones, principalmente han sido Pelagio, Arminio y Calvino.

3.1 Pelagianismo, Arminianismo, Calvinismo
En la historia ocurre algo verdaderamente cómico. Arminio era considerado Calvinista, a tal punto que fue llamado a enfrentarse en una discusión acerca de la predestinación, para defender el calvinismo. Pero al adentrarse en su estudio sobre el tema, descubrió que mucho de lo que defendía su opositor (quien se basaba en Pelagio) no estaba muy en desacuerdo con el fundamento bíblico. Esto lo llevó a reorganizar la teoría, estableciendo, en cierta forma, un punto intermedio entre la doctrina pelagiana de la gracia y la calvinista.

Pelagianismo:

- No acepta la depravación total de los seres humanos.
- El hombre nace bueno.
- El hombre puede escoger libremente entre el bien y el mal.
- Algunos seres humanos pueden llegar a ser “impecables”.
- La gracia del Espíritu Santo no es indispensable.

Esta explicación de la doctrina, “fue rechazada en el Sínodo de Cartago en el 418 d.C.; en el concilio de Éfeso en el 431 d.C.; y en el Sínodo de Orange en el 529 d.C.”

Calvinismo:

- Toda la raza humana está perdida en el pecado, es decir, “depravación total”.
- Dios es creador, sustentador, y libre de hacer lo que quiera porque es SOBERANO.
- La elección especial de algunas personas para salvación (predestinación).
- La gracia de Dios es irresistible; a quienes Dios elige no tienen la posibilidad de negarse.
- La perseverancia de los salvos; a quien Dios ha elegido perseverará y será salvo, en santidad.

Arminianismo:

- Depravación Total.
- Dios es absolutamente soberano, pero no es arbitrario.
- El plan de Dios es que todos sean salvos, pero no todos lo son; solo los que creen (Responsabilidad moral).
- La gracia es previniente; para todos.
- Los que creen verdaderamente, perseveran en Cristo.

GRACIA: OTORGADA O ELEGIDA

4.1 Conclusiones
En primer lugar, es claro que después de la caída, el hombre perdió una parte de su imagen de Dios, la cual se vio gravemente afectada por el pecado. Esa herida solo puede ser resanada por la gracia salvadora de Dios, por medio de Jesucristo. No hay ninguna otra manifestación de la gracia divina, que pueda librar al hombre del pecado. Sin embargo, Dios ha repartido a todos los hombres su gracia preventiva y previniente, las cuales permiten que los seres humanos realicen buenas obras y tengan conciencia de su situación de pecaminosidad.
No puede haber duda que Dios ama su creación, y ofreció su gracia salvadora a todos los hombres, pero no todos la aceptarán. Dios, en su completa soberanía, conoce quiénes han de rechazarle. Y aún así, el amor, la misericordia y la bondad de Dios no se alejan de la humanidad.
La salvación no la determina únicamente Dios. Él perdonó al hombre por dejar entrar el pecado en el mundo, y no lo castigó de inmediato. Tuvo misericordia de estos seres, creación suya, y les ofreció una oportunidad para rectificar su camino. La cual, no está totalmente decidida por Dios, sino que presta la ocasión para que elijan si han de aceptarla o no. No obstante, y gracias a esa gracia previniente, el hombre conoce su condición y decide, cree en la obra de Jesucristo para redención del pecado, o se queda allí, esperando el día que vendrá su castigo.

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BIBLIOGRAFÍA
Biblia, Nueva Versión Internacional

“Calvinism, An interpretation of its Basic ideas”, MEETER, H. Henry, 3 Ed, Vol 1, Zondervan Pblishing House, Grand Rapids, Michigan / USA, 1939

Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE), “Doctrina Cristiana”, CONNER, Walter Thomas, Tr. Adolfo Robleto, Casa Bautista de Publicaciones , El Paso, Texas / USA, S.f.

“Doctrinas Claves”, PALMER, E. H., Ed. El Estándar de la verdad, Murrayfield Road, Edimburgo, Tr. José María Blanco, 1976

“El concepto de Wesley sobre la perfección cristiana”, COX, Leo George, Casa Nazarena de Publicaciones, Kansas City, Missouri /USA, Tr. Josué Mra, 1964

“Historia del Cristianismo II”, GONZÁLEZ, Justo, Ed. Unilit, Miami, Florida /USA, 1994

“Historia del pensamiento cristiano II”, GONZÁLEZ, Justo, Ed. Caribe, Inc., Nashville, USA, 2002

“La gracia de Dios”, BISIO, Julian A., Librería Editorial Cristiana, Buenos Aires, Argentina, S.f.

“Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado”, ESCUAIN, Vila, Ed. Clie, Terraza, Barcelona /España, S.f.

“Teología Bíblica del Nuevo Testamento”, RYRIE, Charles, Ed. Portavoz, Grand Rapids, Michigan /USA, 1999, TR. Elsa Ramírez, Evis Carballosa

“Teología Sistemática”, GRUDEM, Wayne, Ed. Vida, Tr. Miguel Mesías, José Luís Martínez, Omar Díaz de Arce, Miami, Florida /USA, 2007


viernes, 3 de octubre de 2008

El hombre: ser religioso por naturaleza

Desde diferentes campos se ha afirmado que el hombre está constituido por diferentes esferas, donde según algunos, se determinan la dicotomía, tricotomía o unicidad del ser humano. Teniendo en cuenta todos estos conceptos, de lo material e inmaterial del hombre, ¿es posible declarar que el hombre puede llegar a convertirse en un ser arreligioso? Imposible. Sin importar la disciplina que este estudiando la composición del ser humano, se concluirá que el hombre no puede abandonar su naturaleza y no manifestar en ningún momento de su vida la religión.

Partiendo del punto de vista del cristianismo es un poco complejo tratar de explicar la religión sin llegar al concepto de “Dios”. Este es el centro de su religión, es su Misterio. De allí que los estudiosos de la teología cristiana quieran ahondar en el tema de la naturaleza religiosa del hombre. De nada serviría estudiar o proclamar algo que a fin de cuentas es creación del mismo hombre, o simplemente tendrá fin cuando el lo desee. En este sentido podrá observarse que en el transcurso de la historia, independientemente de la religión, la cultura, el nivel socio-económico, o cualquiera que sea la variable, el hombre no se aparta de su naturaleza religiosa.

El hombre

Al hablar del hombre se hace referencia a los seres pertenecientes al género humano (varón y hembra). Posee una parte biológica, social, cultural, moral, etc. Esta estructura, espera ser entendida, no desde una sola área de estudio. La filosofía, por ejemplo, encuentra diversos conceptos que intentan explicar al hombre en todas sus dimensiones. El punto que interesa aquí es el que divide al hombre en una parte material y otra parte inmaterial; a lo cual la teología llama, según corresponde a la manera de dividirlas, dicotomía y tricotomía.

Para no adentrarnos en la discusión teológica entre dicotomía y tricotomía, haremos referencia, en cuanto a terminología, a lo material y lo inmaterial del hombre. Es claro que la parte material del hombre es el cuerpo. La discusión está en lo inmaterial, donde vale incluir el alma, el espíritu y el intelecto, o más bien la razón.

La Religión

Dar un concepto de religión es algo complejo. Pero podríamos decir que la religión es, básicamente, un elemento de la actividad humana que suele componerse de creencias y prácticas sobre cuestiones de tipo existencial, moral y sobrenatural. El intento por tener una definición lo han trabajado sociólogos, antropólogos y filósofos. El sociólogo G. Lenski propone que es un sistema compartido de creencias y prácticas asociadas, que se articula en torno a la naturaleza de las fuerzas que configuran el destino de los seres humanos. Mientras que el antropólogo Clifford Geertz propone una definición alternativa: “La religión es un sistema de símbolos que obra para establecer vigorosos, penetrantes y duraderos estados anímicos y motivaciones en los hombres, formulando concepciones de un orden general de existencia y revistiendo estas concepciones con una aureola de efectividad tal que los estados anímicos y motivaciones parezcan de un realismo único”.

No obstante, sí es posible incluir algunos elementos dentro de la religión. Algunos de estos podrían ser: tradiciones, culturas ancestrales, instituciones, escrituras, historia, mitología, fe y credos, experiencias místicas, ritos, liturgias, oraciones, etcétera. A pesar de la existencia de conceptos como los anteriores, la religión ha sido tomada como algo diferente. Fácilmente ha sido relacionada con la institucionalización y/o conocimiento de las diferentes religiones o grupos religiosos. Situación que afecta grandemente a la hora de definir que tan posible sea la existencia del hombre como un ser arreligioso.

El hombre y la religión desde la sociología

En la sociología de la religión encontramos tres pensadores sobresalientes, para los cuales, la religión cumple un papel fundamental en la sociedad.

Carlos Marx: Es mayormente conocido por su expresión “la religión es el opio de los pueblos”. Para él la religión cumple una función social. Es la salida que encuentran los pueblos oprimidos hacia una esperanza que Marx llama “felicidad ilusoria”. Es la compensación de su situación socio-económica.

Max Weber: Para Weber la religión tiene poder suficiente para construir la representación que un individuo se hace del mundo. Esa representación afecta a su vez la percepción de sus intereses y en definitiva el curso de sus acciones. Al igual que Marx, afirma que la religión es la respuesta a la pregunta del sufrimiento e infortunio de los pueblos.

Emilio Durkheim: La religión, para Durkheim, es algo que no puede pasarse por alto, pues TODA sociedad tiene religión. El hombre percibe la existencia de una fuerza superior a el, a lo cual le atribuye un rostro sobrenatural. Durkheim hace una clara diferencia entre lo sagrado y lo profano, en donde cada sociedad termina por practicar una religión de manera colectiva.

El hombre y la religión desde la filosofía

Desde el inicio de la historia, el hombre desarrolló la religión como parte de la cotidianidad. Cuando aparecen las jerarquías humanas, aparecen las jerarquías “divinas”. Entonces, cualquier interrogante que surgía de la vida misma en cuanto a temores, angustias y preguntas fundamentales de la existencia y naturaleza de las cosas, hallaba respuesta en la mitología y la religión. Eran los dioses los responsables de lo bueno y lo malo en el mundo, según la perspectiva humana. De allí que los hombres cumplieran con ciertas normas y ritos para agradar a esos dioses.

Ya se ha afirmado que el hombre ha tenido religión desde el comienzo de su existencia. Pero, la base sobre la cual los grandes pensadores han discutido es de quién surgió la necesidad religiosa en el ser humano. Criltias, por ejemplo, explica la religión o la idea de divinidad como una creación del hombre para establecer un respeto por la ley y la moral para la vida en sociedad .

E. Bergson ha de explicar el problema del hombre y la religión en cuanto la naturaleza de ésta, partiendo de la religión estática y la religión dinámica. En la primera el hombre mismo, cumpliendo una función fabuladora o forma de imaginación, crea representaciones “fantasmáticas”, imágenes de potencias, de entes extranaturales, que llegan a ser creídos poderes y personas reales. Dando la razón a quienes piensan que la religión ha sido fabricada por el hombre . La religión dinámica, por el contrario, va a dar un salto de lo exterior a lo interior. El hombre puede atribuirse ciertos poderes, pero no deja de ser algo creado. Debe haber algo superior, algo sobreintelectual, mucho mayor que el hombre.

El hombre y la religión desde la ciencia

Al saber que el hombre es tomado como un ser religioso por naturaleza, la ciencia no espera quedarse atrás tratando de explicar esta realidad desde el campo físico. Es aquí donde nace la Neuroteología, que es el estudio de la neurobiología de la religión y la espiritualidad. Todo comienza con la investigación del doctor Andrew Newberg de la Universidad de Pennsylvania y su colaborador Eugene d’Aquili. Quienes realizaron un estudio en los monjes budistas tibetanos y algunas monjas franciscanas durante sus experiencias religiosas.

Pudo descubrirse que el cerebro reacciona de manera - podría decirse - instantánea en el momento de meditación, oración, trance, o como quiera llamarse a tal experiencia con lo sobrenatural. Para explicarlo se toma en cuenta que se activan y desactivan diferentes partes del cerebro en ese momento. Consiente o inconscientemente durante la actividad religiosa o ritual, una parte del cerebro se desconecta del mundo real y se conecta otra con el mundo sobrenatural o espiritual. En este momento el hombre reconoce la inferioridad del “yo” y entra en la superioridad de ese algo, ese misterio que el, de alguna manera, adora.


Sin embargo, no deja de surgir la duda en cuanto a la actividad cerebral del hombre en el aspecto de lo religioso. Es acaso producido por el mismo hombre, o ya había sido calculado que lo tuviese. Algunos, como Sharon Begley, piensan que simplemente es una cuestión que los científicos nunca podrán resolver, pues eso es netamente una cuestión de fe.



Pero, ¿qué del hombre arreligioso? Tanto la filosofía, la sociología y la ciencia misma han declarado que el hombre posee religión como algo inherente en el. Sea el hombre u otro ente supranatural el que dé la conciencia religiosa, ésta existe como parte natural del ser humano. Lo moral y lo sagrado puede ser determinado por el hombre, independientemente de su creencia particular. De alguna manera, la religión siempre servirá de respuesta a todo aquello que el hombre no puede responder. Siempre habrá algo superior al ser humano, incluso si está dentro de su mente. Lo intangible e infinito no hallará respuesta en algo tangible y finito como lo es el hombre. Como plantea Sharon Begley, todo es cuestión de fe, a lo cual el hombre no puede rehusar, pues hasta en su sistema biológico está presente.

BIBLIOGRAFÍA

Ø CONFORD, Francis M. “De la Religión a la Filosofía”.

Ø ESPIRAL, Enciclopedia Temática Ilustrada.

Ø Diccionario De la Real Academia de la lengua española

Ø SCIACCA, M. F. “Dios y la religión en la filosofía actual”.

Ø www.wikipedia.org

Ø www.elnuevodiario.com.ni

Ø www.dios.com.ar