lunes, 8 de diciembre de 2008

Gracia

Uno de los temas más discutidos dentro de la doctrina cristiana, ha sido la gracia. Pero pocos escriben al respecto. Me atrevo a tocar un poco el tema, sin ahondar mucho en él, pero creo que es importante mencionarlo.
La gracia es un regalo de Dios, otorgado a los hombres sin mérito alguno. Ella abarca al hombre a pesar que él se encuentra inmerso en el pecado. Pero si la gracia, en cualquier forma, salva o no al pecador, es un tema que vale la pena tratar.
Para entender la gracia será necesario comprender primero, la naturaleza de pecado del hombre. ¿Está el hombre completamente depravado? ¿Tiene alguna salvación? Teniendo esto claro, se podrá ahondar en el tema, acudiendo a las formas como Dios a repartido su gracia entre su creación. Y cómo se ha discutido al respecto, desde los tiempos más antiguos.

EL HOMBRE Y EL PECADO
Génesis relata el inicio del mundo, incluyendo la existencia del hombre, el cual fue creado a imagen y semejanza de Dios. De la misma forma, cuenta cómo el hombre cae ante la tentación y comete pecado, produciendo su separación de Dios y la pérdida de algunos atributos que le fueron dados en el momento de su creación. Podría decirse que una de las consecuencias en esta pérdida, es la naturaleza pecaminosa que somete al ser humano.

1.1 Depravación total
“Yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre”. Interesante afirmación del Rey David que abre las puertas para hablar de la naturaleza pecaminosa en el ser humano, de la cual no escapará. La caída del hombre ante el pecado ha determinado que todos los que nacen tengan esa inclinación, esa tendencia inherente en ellos, que los lleva a hacer lo malo y desagradable delante de Dios. No obstante, el hombre no deja de ser imagen de Dios. Pero, sí pierde gran parte de ella.
El ser humano está conformado por ciertos elementos y facultades que, de una u otra forma han sido afectados por el pecado. Y aunque no es uno de sus elementos constituyentes, “el pecado no es inseparable de esta naturaleza”, afecta cuerpo, alma, espíritu, mente, corazón y voluntad. El hombre deja de poseer una naturaleza “perfecta”, para obtener una naturaleza “caída”.
Desde luego, el hombre pierde parte de la imagen divina, pero, ¿qué parte? Leo George Cox, basado en Wesley, divide la imagen de Dios en el hombre, en dos aspectos: la imagen natural de Dios y la imagen moral de Dios. La primera hace referencia al entendimiento, libre albedrío, inmortalidad y dominio sobre lo creado, que posee el ser humano. La segunda es, según afirma el autor, la imagen que se deteriora por causa del pecado. Ésta se refiere a la justicia y la santidad, “la disposición correcta o actitud mental, o un complejo de todas las disposiciones”, que engloban el actuar humano. Es la imagen moral de Dios en los hombres la que necesita la salvación para ser restaurada, como lo afirma Pablo en Col 3: 8-12 y Ef 4: 22, 24.
Sabiendo que el hombre no está completamente separado de Dios, en cuanto su imagen de Él, pede decirse que esta salvación que la restauraría, es única y exclusivamente labor de la gracia de Dios, a pesar de la naturaleza caída obtenida en consecuencia del pecado de Adán.

GRACIA
Muchos han definido la gracia como “el favor no merecido”; el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE) presenta un concepto tal que podría aplicarse a la gracia divina: “es el perdón o indulto de pena que concede el poder competente”. En la Biblia es posible encontrar varios enfoques de la gracia presente en creyentes e incrédulos o paganos, que amplían mucho más el concepto y su realidad.

2.1 Manifestaciones de la Gracia
Es preciso aclarar que no hay diferentes clases de gracia, tan solo se manifiesta en diferentes maneras, presenta diferentes resultados, abarca distintos receptores, y sus fuentes son diferentes; pero, necesariamente proviene de Dios.
Dentro de la constitución humana, hay un elemento conocido como conciencia natural, incluso los más despreciables la poseen; es esta la primera manifestación de la gracia, y se denomina gracia preventiva. Actúa como detector de pecado. Todos los seres humanos indistintamente de su cultura o religión, tienen la facultad de distinguir entre lo bueno y lo malo; esa es la gracia preventiva.
Las otras manifestaciones de la gracia son la gracia previniente o común, y la gracia salvadora. Son distintas entre sí. La gracia salvadora, como bien lo indica, ofrece salvación sólo por medio de la obra expiatoria de Cristo, mientras la gracia común es una muestra de la bondad, la misericordia y el amor de Dios por toda su creación (Lc 6: 35; Sal 145: 9; Ez 33: 11; 1 Tim 2: 4). La gracia común fue dada por Dios a todos los hombres desde el momento de la caída; “es el poder del Espíritu santo obrando en la vida”, esa fuerza que impulsa a hacer lo bueno. Ésta gracia no le ha sido negada a nadie. Sin embargo, por sí sola no puede cambiar el corazón del hombre, pero sí es una gran ayuda en cuanto tener conciencia de pecado, y posteriormente obtener la gracia salvadora mediante la fe en la obra de Cristo (Fil 2:13; 2 Ped 3: 9-10).

2.2 Relación entre la gracia y el pecado
“La gracia es la espina dorsal de todo lo bueno que hay en el hombre”.
Para hacer la relación, necesariamente hay que tomar en cuenta los anteriores conceptos. Así como la gracia común no salva, ésta no purifica la naturaleza caída ni da mérito alguno para conseguir el favor de Dios; las obras que se realicen pueden ser buenas, pero no hacen buena a la persona. Además, según el mismo Jesús Bueno sólo es el Padre (Lc 18: 19). “Es imposible para los incrédulos y paganos ser buenos, pues no poseen un corazón, y mucho menos, poseen motivaciones puras; generalmente se dejan llevar por su propio bienestar, egoísmo”.
Después de la caída el hombre fue separado de la gracia de Dios por causa del pecado, y lo único que podrá ayudarlo a restaurar esa relación, es la obra que Cristo efectuó en la cruz. “La salvación principia, pues, con la gracia de Dios dada a todos, y el hombre así, capacitado por la gracia, debe ahora obrar su propia salvación en cooperación con esta gracia, o perderse para siempre”. No es que el hombre no tenga gracia y por eso este pecando todo el tiempo, es su naturaleza la que lo impulsa a ello, pero él debe aprovechar esa gracia previniente para dejar de pecar por mera costumbre (Rom 2: 5). De esta manera, la gracia salvadora operará en él.

2.3 Relación entre la gracia y la predestinación
Para hablar de predestinación se sobreentiende el tema de la elección para salvación y condenación. Pero hay que aclarar que al referirse a la elección no se está discriminando a nadie, simplemente se dice que Dios conoce quiénes serán salvos. Dentro de su soberanía, Dios imparte su gracia y bendice a cualquiera. Su plan no es el de condenación, por el contrario, es la salvación para todos; pero no todos aceptan la gracia redentora ofrecida por Jesucristo. Además, “la gracia recibida siempre va acompañada de la responsabilidad” (1 Cor 9: 27; 2 Cor 5: 10; 6: 1). Nuevamente, la gracia común no prima sobre la gracia salvadora en cuanto la obra de Cristo y la restauración frente al pecado.

DISCUSIÓN TEOLÓGICA EN LA HISTORIA

Básicamente, la discusión acerca de la gracia ha estado de la mano con la predestinación. Los personajes que han protagonizado estas discusiones, principalmente han sido Pelagio, Arminio y Calvino.

3.1 Pelagianismo, Arminianismo, Calvinismo
En la historia ocurre algo verdaderamente cómico. Arminio era considerado Calvinista, a tal punto que fue llamado a enfrentarse en una discusión acerca de la predestinación, para defender el calvinismo. Pero al adentrarse en su estudio sobre el tema, descubrió que mucho de lo que defendía su opositor (quien se basaba en Pelagio) no estaba muy en desacuerdo con el fundamento bíblico. Esto lo llevó a reorganizar la teoría, estableciendo, en cierta forma, un punto intermedio entre la doctrina pelagiana de la gracia y la calvinista.

Pelagianismo:

- No acepta la depravación total de los seres humanos.
- El hombre nace bueno.
- El hombre puede escoger libremente entre el bien y el mal.
- Algunos seres humanos pueden llegar a ser “impecables”.
- La gracia del Espíritu Santo no es indispensable.

Esta explicación de la doctrina, “fue rechazada en el Sínodo de Cartago en el 418 d.C.; en el concilio de Éfeso en el 431 d.C.; y en el Sínodo de Orange en el 529 d.C.”

Calvinismo:

- Toda la raza humana está perdida en el pecado, es decir, “depravación total”.
- Dios es creador, sustentador, y libre de hacer lo que quiera porque es SOBERANO.
- La elección especial de algunas personas para salvación (predestinación).
- La gracia de Dios es irresistible; a quienes Dios elige no tienen la posibilidad de negarse.
- La perseverancia de los salvos; a quien Dios ha elegido perseverará y será salvo, en santidad.

Arminianismo:

- Depravación Total.
- Dios es absolutamente soberano, pero no es arbitrario.
- El plan de Dios es que todos sean salvos, pero no todos lo son; solo los que creen (Responsabilidad moral).
- La gracia es previniente; para todos.
- Los que creen verdaderamente, perseveran en Cristo.

GRACIA: OTORGADA O ELEGIDA

4.1 Conclusiones
En primer lugar, es claro que después de la caída, el hombre perdió una parte de su imagen de Dios, la cual se vio gravemente afectada por el pecado. Esa herida solo puede ser resanada por la gracia salvadora de Dios, por medio de Jesucristo. No hay ninguna otra manifestación de la gracia divina, que pueda librar al hombre del pecado. Sin embargo, Dios ha repartido a todos los hombres su gracia preventiva y previniente, las cuales permiten que los seres humanos realicen buenas obras y tengan conciencia de su situación de pecaminosidad.
No puede haber duda que Dios ama su creación, y ofreció su gracia salvadora a todos los hombres, pero no todos la aceptarán. Dios, en su completa soberanía, conoce quiénes han de rechazarle. Y aún así, el amor, la misericordia y la bondad de Dios no se alejan de la humanidad.
La salvación no la determina únicamente Dios. Él perdonó al hombre por dejar entrar el pecado en el mundo, y no lo castigó de inmediato. Tuvo misericordia de estos seres, creación suya, y les ofreció una oportunidad para rectificar su camino. La cual, no está totalmente decidida por Dios, sino que presta la ocasión para que elijan si han de aceptarla o no. No obstante, y gracias a esa gracia previniente, el hombre conoce su condición y decide, cree en la obra de Jesucristo para redención del pecado, o se queda allí, esperando el día que vendrá su castigo.

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BIBLIOGRAFÍA
Biblia, Nueva Versión Internacional

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